En este artículo estudiamos las posibilidades de iluminación en museos y galerías de arte y explicamos algunos de los factores más importantes que hay que tener en cuenta en el desarrollo de este tipo de proyectos.
La iluminación artificial en museos
La iluminación artificial es la imperante en los museos, si bien en ocasiones, como hemos visto, se puede combinar con la natural. Tal y como sucede en el diseño de la iluminación arquitectónica, para los proyectos en los que se utilizan fuentes artificiales es imprescindible el estudio de cuáles serán sus efectos sobre la percepción de las obras por parte de los visitantes y sobre la preservación de los propios objetos expuestos, a menudo extremadamente sensibles a factores como la luz. En este sentido, se debe utilizar el índice de reproducción cromática (IRC) más alto disponible.
Una de las máximas en la iluminación de museos es evitar el deslumbramiento, evitar la oscuridad en las salas y permitir que los ojos de los visitantes se adapten a la luz antes de entrar. Para conseguirlo, los diseñadores de iluminación para salas de exposiciones cuentan con dos herramientas, que suelen utilizar de forma combinada:
- Luz difusa: tipo de iluminación más amplia y homogénea, que permite iluminar el objeto expuesto de forma general.
- Luz direccional: para dar énfasis al objeto y otorgar protagonismo a ciertos detalles. De esta forma, además de la luz difusa, es posible iluminar de forma particular cada una de las obras y resaltar unas características concretas.
Factores a tener en cuenta en la iluminación de museos y galerías
1. Iluminancia
La cantidad de luz que se proyecta sobre las obras o, lo que es lo mismo, la iluminancia o el nivel de iluminación, es uno de los principales factores a tener en cuenta para evitar su deterioro. La unidad de medida para la iluminancia es el lux, que en los museos tiene que ser controlado según el material de los objetos que se expongan. Por ejemplo, el papel, las telas, tapices, acuarelas o grabados no deberían superar un nivel de iluminación de 50 lux, ya que son los más sensibles a la luz. Otras obras artísticas, como los óleos y las témperas, requieren unos 140 lux, con un máximo de 180 lux, mientras que elementos como la cerámica o el metal pueden soportar un nivel de iluminancia de 300 lux sin comprometer su conservación.
2. Duración de la exposición a la luz
En este sentido, cada obra tiene fijadas una serie de horas máximas de exposición, sea en una exposición permanente o temporal. Habitualmente, las obras se rotan de ubicación para evitar que la luz les llegue siempre desde los mismos ángulos. Una vez que la obra a llegado a su máximo se pone bajo temperatura controlada y sin luz durante unos años, entre 2 y 5 dependiendo de su estado y de la composición de los pigmentos. Los pigmentos sufren el mayor daño cuando al recibir UVA se deshidratan y pueden llegar hasta cierto punto a recuperar humedad en condiciones de oscuridad, temperatura y humedad controladas. Cuando una obra es irrecuperable en su periodo de descanso se pasa a conservación para que se restaure.
3. Temperatura de color
La temperatura de color es una indicación aproximada de la impresión de color generada por una fuente de luz y que describe hasta qué punto tiene un aspecto cálido o frío. Se mide en grados Kelvin y oscila de la gama más cálida, a la blanca o neutra, hasta llegar al blanco frío, que busca imitar la luz del día.
4. Fuente de luz
Las fuentes de luz dependerán en gran medida del espacio a iluminar y de las obras que albergue.
En este sentido, las luminarias LED se han revelado como una de las mejores opciones para la iluminación en museos, ya que no emiten calor y otorgan una sensación de luz más natural. Otra de las grandes ventajas es que se puede jugar con la temperatura de color. En la mayoría de los museos se ha estandarizado una TCC de entre 3000K y algunos 3200K. Un importante aspecto al que se suman factores muy a tener en cuenta en museos con centenares o miles de puntos de luz: su durabilidad, su escaso mantenimiento y la eficiencia energética.
La iluminación en exposiciones: CELER Light
Debido a todos estos factores, la iluminación de museos y de exposiciones se realiza por parte de profesionales, capaces de encontrar el equilibrio perfecto entre la mejor visualización por parte de los usuarios y la conservación de los elementos expuestos o incluso del patrimonio en el que se alberga la muestra.
En CELER hemos trabajado en proyectos de salas de exposiciones como el de la exposición de Rafael Moneo en Navarra, que además tenía la particularidad de estar ubicado en un palacio del siglo XII. Debido a su protección, no era posible el anclaje o la instalación de aparatos en techos, paredes o suelos.
La solución fue un sistema continuo de paneles expositores verticales provistos de iluminación con tira LED, dispuesta sobre perfiles orientables.
Tracklight Flow: los nuevos proyectores de carril perfectos para museos
Uno de los productos de nuestro catálogo más indicados para las zonas de exposición son los proyectores de carril Tracklight Flow C2 30W, disponibles también en 15W, en blanco y negro, están fabricados en aluminio y pintura de alta calidad secada en horno. Consta de reflectores intercambiables y un accesorio antideslumbramiento. Destacan por su fácil instalación y por su versatilidad, con giro de 350 ° en horizontal y 90 ° en vertical. En definitiva, un proyector con una amplia variedad de posibilidades para museos, salas de exposiciones y galerías de arte.